Comentario de Alberto Arce (p) en Puntal Villa María
La proximidad de un Año Nuevo siempre supone sueños renovados. Y de eso se trata el comentario de hoy.
Debo aclararle de antemano que según mi teoría (que no es la verdad absoluta ni mucho menos, sino apenas una apreciación personal) están los sueños realistas, los que persiguen aquellos que tienen toda la vida ordenada, con los números bien claros, perfectamente escalonados, legibles, para evitar confusiones y sobresaltos.
Y están los otros, los más chúcaros, los que generalmente son o parecen indomables.
Le propongo un ejercicio mental en medio de este diciembre por ahora en calma, aunque con muchas injusticias a cada paso. Cierre los ojos (se ve mejor, créame). Elija un árbol, ármelo a su imagen y semejanza.
Cuando digo un árbol, también me refiero a la saludable intención de vestirlo de Navidad. Los hay de todas formas y tamaños. Puede elegir un bonsai, un paraíso, un eucaliptus, un algarrobo o si prefiere algo de metal que se asemeje a un árbol. Puede decorar el Obelisco, la Torre Eiffel o lo que encuentre su capacidad de imaginación.
Por aquí, árboles de Navidad ya decorados casi que no hay en los espacios públicos.
Entonces permítame elegir uno y le explico en que consiste la tarea a desarrollar.
Yo ya elegí, el Arbol Gigante de la Navidad de Tío Pujio. Ese de 32 metros, el que hace siete temporadas se enciende antes de cada 8 de diciembre. Y hay música, fiesta, familia, alegría, comida, niños, grandes, jubilados. El padre bendice, los chicos juegan, los grandes cantan, bailan, comen…y por una noche como canta Serrat se olvidan que “cada uno es cada cual”.
Pero volvamos a los sueños, a los realistas y a los “chúcaros”.
La intención es reemplazar a los adornos por sueños. Por eso, siempre es preferible elegir un árbol de un tamaño considerable. No importa si los sueños (deseos) van mezclados. Si Ud. es un hombre de números, ya sé – no me lo aclare más- pondrá a los de “una calidad” de un lado y a los otros “menos factibles” del otro.
Y si es un soñador, como el que suscribe, aparecerán colgados en el árbol “como vengan”, sin importarle si están arriba, abajo o a los costados. Y nos justificaremos diciendo que “lo importante es que estén”.
Aquí, yo me permito incluir a los deportivos, pero Ud. tiene licencia para poner los sueños que desee en el árbol elegido. Vaya por todo, siempre, que para mezquinar a veces esta la vida (o algunos gobiernos), que no reparten equitativamente.
Como aquí intentamos hablar de deportes, le diré que en los nuevos adornos (sueños) estarán siempre los que se esfuerzan cada día para ser mejores sin recompensa alguna, entonces me aparecen los pibes del atletismo y aquellos que participan en las Olimpíadas para Personas con Discapacidad.
Y la lista es eterna, porque vienen a la memoria actuaciones individuales que uno espera que se repitan como las de Lisandro Zanotti (vóleibol), Suha Gavilán (handball), algunos triunfos destacados como los de Juan Manuel Taborda o “Puro” Paz (boxeo), Pedro Cachín (tenis), las ganas de seguir que contagia el “Mono” Retegui (ciclismo), los goles de nuestro fútbol doméstico de Dino Gagliese (un pibe bárbaro), las gambetas de Ayrton Páez (otro de los buenos), y hablando de goles, el del arquero Fabricio Garetto (Sportivo Playosa).
Ya reemplazamos varios adornos por hechos que acontecieron y esperamos que se repitan, como esa pelota siempre segura bajo los botines de Franco Ñáñez, ese guardián de las esencias del fútbol.
El Arbol es gigante y entonces le hacemos lugar a los sueños de Ameghino y Sparta (básquetbol), Rivadavia y Trinitarios (vóleibol) a los pibes y pibas del handball (CIEF, Villa María Handball y Funder) que compiten a otro nivel, y nos alegramos e incluimos a la Liga Femenina local que se localiza en el Polideportivo “Guillermo Evans”. Seguimos reemplazando adornos, guirnaldas y palomas por sueños realistas y chúcaros, casi todos ellos con forma redonda, de pelota, aunque hacemos lugar para que la geometría nos permita otra figura, como la de una guinda, e incorporamos a los clubes de rugby (Jockey Club y San Martín), deseándole que la próxima temporada sea mejor y si nos quedamos allí nos encontramos con las chicas del hockey sobre césped, que para el 2019 sacudirán la Villa enfrentándose en un clásico por primera vez de manera oficial y en la misma categoría.
Volvamos al fútbol por un momento, porque se viene un torneo Federal y el deseo es incluir a Alumni y Universitario intentando algo diferente, con recursos que distarán muchísimo de ser los ideales, pero apostando a crecer.
Para Universitario será algo nuevo, un salto de calidad, después de casi una década de ver la luz y para Alumni un intento más de varios, sobre las castigadas espaldas de dirigentes que necesitan oxígeno, ayuda, ilusiones para no morir (¡vuelvan apóstoles!).
Un espacio especial dentro de este árbol está reservado para Miguel Angel López, hoy en Colombia, lejos de todos. Ganador de cuatro Copa Libertadores con Independiente de Avellaneda, con todo lo que eso significa, el “Zurdo” es alguien para recuperar, tenerlo cerca cada día que abramos los ojos y consultarlo, aprovechar su experiencia.
Las mujeres en deportes individuales dejaron su sello y esperamos que sigan sumando títulos, como “La Pantera” Jesica Sarmiento o Yazmín Marzo.
Y no podían faltan los proyectos deportivos, esos que se mezclan con la política y entonces todo se complica, por los intereses en juego.
Es necesaria un nueva estructura deportiva, con estadio de fútbol incluido y canchas auxiliares, un espacio cubierto para el básquetbol, vóleibol y otras disciplinas, y una pista sintética de atletismo que también se hace esperar.
Todo eso, y mucho más está en mi Arbol Gigante de la Navidad. Espero que a esta altura Ud. haya elegido el suyo y aunque no tengamos coincidencias ni en los sueños realistas ni en los chúcaros, ni en el pensamiento político, el juego lo haya atrapado y sea grande o chico su Arbol esté repleto.
Cuando comenzamos le aclaré que se trataba de un juego y que si lográbamos cerrar los ojos se veía mejor. No quiero abrirlos. Sé perfectamente que estoy parado frente a un Arbol Gigante, repleto de sueños. Están los realistas y los chúcaros (siempre preferiré estos), no encontré una copa para brindar y entonces opté por una taza. Sigo con los ojos cerrados, la imagino blanca y con alguna inscripción. Al fin y al cabo lo importante es el contenido, como el que tiene esta gigantesca figura que está frente a mi con una estrella en la punta. Allí irá dirigida mi vista si decido abrir los ojos. Vaya paradoja, el sueño mayor es pequeño. Muy pequeño, será chúcaro o chúcara y vendrá con el nuevo calendario, trayendo consigo el milagro de la vida, ayudándonos a creer -aún inmersos en un diciembre de tensa calma y con tantas injusticias alrededor- que un futuro mejor siempre es posible.