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La Liga es una moneda (…y quien la rebusca la tiene)

Por Alberto Arce (p)
No hubo deseos y sí demasiados miedos.
No hubo intenciones de un salto de calidad y sí marcadas pretensiones de permanecer en un lugar sin que esto requiera un esfuerzo extra.
Ocho clasificados por zona en un grupo de doce clubes es una recompensa exagerada que no empuja hacia arriba a una mejora sino que premia al que con muy poco porcentaje de efectividad disponga casi de las mismas posibilidades que aquél que desde un inicio programó una pretemporada exigente, invirtió en incorporaciones o acompañó pacientemente un proceso para potenciar el salto de algunos juveniles a primera división.
Se reparten pasajes clasificatorios y es como si diera lo mismo levantarse a las seis que llegar al mediodía para retirar el último o el penúltimo porque «seguro que algunos sobran».
De aquel diciembre de Finalísima con Alem campeón a este febrero de apuros (pagos, pases, estudios médicos, seguros) hubo tiempo para idear un cambio, alguna modificación orientada a modificar el nivel, elevarlo, intentar un salto qué exija, comprometa y al mismo tiempo construya, jerarquice y deje las bases sólidas, sustentables y sostenibles para un cambio más profundo.
Hubo algunas intenciones de tres y cuatro zonas, con grupos definidos por zonas geográficas y una conformación pre-establecida de antemano y también por sorteo. También un par de proyectos de campeonato orientados a definir posiciones que luego posibilitaran la división de categorías (A y B). Juan Zillio (Unión Social) hasta ideó una maqueta prolijamente presentada.
Pero todo intento de cambio generó un rechazo repleto de miedos.
Fueron TODOS. Los 24. Y la definición fue con votación, A MANO ALZADA. Más democrático IMPOSIBLE.
Desde ese punto de vista IRREPROCHABLE porque es lo que decide la mayoría.
La elección de cómo se jugarán los campeonatos de la Liga Villamariense de Fútbol en 2025 prácticamente no tendrá diferencias con relación a lo que ocurrió en las últimas temporadas, sólo habría un cambio en la instancia de octavos que sería un partido único en lugar de dos (más riesgo para el que hizo los deberes y se esforzó al cabo de una etapa clasificatoria de casi tres meses y más posibilidades para el que viene de abajo y en la lotería qué a veces representan sólo 90 minutos tendrá la chance de eliminar al 1).
Debe ser totalmente cierto que el miedo inmoviliza y produce inacción.
En una reunión de cuatro horas quedaron bien expuestos los temores y los miedos acumulados. La democracia estableció que el sistema no fuese modificado.
Cambiar significaba quizás el ingreso a un nuevo orden. Era, tal vez, una moneda de cambio.
Pero no hubo tal apuesta. Y pensándolo bien es al menos discutible. Porque por estos tiempos apostar por una moneda puede traerte muchos problemas innecesarios.
Puede ser una imagen de fútbol y fútbol
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